lunes, 2 de abril de 2012

Te despiertas y tu primer pensamiento se lo dedicas a esa persona tan especial para ti, que casualmente es la misma que aparece en tus sueños. Vas al baño, te lavas la cara, te miras al espejo y suspiras.
-Tengo que verle -piensas- no es un capricho, es una necesidad.
A lo largo de la mañana confundes nombres con el suyo y debes pedir disculpas a infinitas personas por haberles llamado por el nombre equivocado. Estás todo el tiempo en las nubes, en tu mundo, pensando en esa persona. Y entonces le ves. Te mira con esos ojos que te quitan el aliento y sonríe con dulzura. Sientes como te tiemblan las piernas, tu corazón late con rapidez y tus mejillas se vuelven cálidas y sonrosadas. Abres la boca para hablar, pero no te salen palabras, aún sigues perdida en su mirada. Es tanto lo que sientes que debes cerrar los ojos un momento antes de marearte. Él se ríe y se acerca más a ti. Ya sientes sus labios en los tuyos, dulces y apasionados.
Y te dejas llevar, y saltas de alegría en tu interior y te das cuenta de que todo cuanto has querido es él, y ahora le tienes, ¿cómo es posible? ¿es acaso otra de mis fantasías? Pero esta vez no. Es real. Le besas, le tocas, le abrazas y las lágrimas se acumulan en tus ojos, de emoción.Te das cuenta de que morirías por él si hiciera falta. Tu vida ha dado muchos giros. Te has equivocado, te has caído y te han ayudado a levantarte. Estaban siempre ahí tus amigos, tu familia... pero algo más te faltaba. Algo, una pieza que te complementa, y ahora la tienes. Y pides al cielo que eso sea para siempre.Te vuelve a besar y sonríes porque tienes la suerte de ser una persona feliz ...

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